Cuando hacer las cosas bien te rebotan de forma desquiciada, como si el todo se erigiera en la supremacía del poder hacerte resbalar por la ingravidez de la locura, cuando no hay lunas ni soles capaces de sostener tu día a día, sueltas adrenalina golpeando la cabeza con preguntas sin respuestas, dañando la felicidad a fuerza de promesas, de supuestas y suculentas alegorías del pudo haber sido y no fue, no porque quisieras hacer las cosas bien con tal de recibir felicitaciones o ganancias en especias, tan solo por la satisfacción de engendrar en tu corazón el verso de la esperanza, que no hay quimeras ni especulaciones suficientes para desterrar aquella sonrisa que pueda engalanar tu día a día…
Pd:
No por mucho madrugar,
amanece mas temprano…