Hay situaciones en la vida que te dejan un mal sabor de boca, cuando sentir esa amarga tristeza de saber que podrías haber hecho algo para evitar el desenlace final, no nos lleva a ningún lugar, pero acentúa la impotencia de ser tan solo un mortal mas, en busca de la felicidad.
Era otra mañana mas,un día nublado como otro cualquiera, era la hora del matutino cigarrillo en la calle,tan solo son unos minutos, suficientes para desconectar del trabajo. Aquel banco junto a la puerta, sabia muy bien de los vuelos de mis pensamientos, complice mudo de dimes y diretes entre el vaivén del humo y el ruido de la calle. El banco solía estar vacío, es una calle de mucho transito de vehículos, pero no tanto de viandantes, quizás por eso me extraño que aquella chica ocupara el lugar declarado de mi esparcimiento.
No quise darle demasiada importancia, el banco no era de mi propiedad, pero si dejaría volar mi imaginación girando a mi alrededor de como o quien seria. No parecía feliz, o al menos daba esa impresión por sus gafas oscuras mal colocadas, el pelo alborotado, la ropa descolocada y ese nerviosismo de sus manos que no podía mantener quietas. Cuando llegue a su altura, la chica hizo ademán de encogerse, de protegerse, enrollándose sobre si misma, reflejo espontáneo de quien tiene miedo de algo o alguien. Pensé en mis suposiciones demasiado aventuradas y seria mejor pasar de largo, no quería molestarla. Seguí caminando un par de metros mas allá de donde estaba la chica, para cobijarme del sol en ese árbol que también lo hace cuando llueve,majestuoso y frondoso hace mis delicias en verano, otro compañero mas de mis escapadas por el vicio.
Encendí el cigarrillo sin poder evitar volver a fijar la mirada en la chica, parecía mas relajada, debió pensar que no suponía un peligro para ella cuando sus ojos se toparon con los mios. La miraba extrañado, no sabia que podía hacer,ni que pensar, seguro que ninguna de mis conjeturas se acercarían lo mas mínimo a la realidad. Me mantenía callado, no quería inmiscuirme donde no me llamaban, pero ver a una chica llorar puede mas que mi paciencia, sus lágrimas brotaban por debajo de las gafas, intentando secarlas, se restregaba una y otra vez con las manos la cara.
¿Te ocurre algo...? Valiente pregunta pensé, cuando alguien llora es por algo, quería pensar que era por alegría, pero algo me decía que no era la razón. ¿Necesitas algo...? Volví a preguntar.
Entre sollozos la chica me pidió un cigarrillo. Lo siento,no llevo. Le conteste. Salgo del trabajo con un único cigarrillo en la mano para no tentar al vicio mas de lo normal.
Esbozo una sonrisa que tan solo en milésimas de segundos se desdibujo. Te ofrecería este,seguí diciéndole, pero ya esta medio consumido. En dos minutos entro y te traigo uno si no te importa esperar. Asintió con la cabeza mientras la comunicación entre los dos volvió a cerrarse, de fondo la banda sonora del ruido de los coches que seguía con su orquestación habitual.
¿ Sabes por que lloro...?
Alcanzo a decirme entre sollozos que no cesaban. No, no lo se...aunque haya imaginado mil cosas en tan solo un minuto.
¿ Quieres saberlo...?
Si eso te ayuda, adelante. Trate de decirle con toda la amabilidad de la que fui capaz, mientras me acercaba a ella.
Supongo que contárselo a un extraño me ayudara...
Y mientras lo decía, subía las gafas de sol para dejar al descubierto sus ojos. Tenia unos ojos azules impresionantes, los mas claros que había visto nunca, ni el azul del cielo era tan bonito como el color de aquellos ojos cargados, eso si, de tanta tristeza y dolor como eran capaces de soportar. Digo dolor y tristeza por los moretones que recubrían el lado izquierdo de su cara, ahora entendía el por que de su pelo alborotado, de sus gafas de sol en aquel día nublado.
¿Quien te ha hecho eso...? Necesitas ir al ambulatorio, necesitas que te pongan algo...
No...Contesto firmemente, aun con el pánico incrustado en los ojos.
Lo hizo sin querer...Continuo diciendo. Gracias por tu interés, de verdad, pero ha ido por el coche para llevarme al medico, me quiere mucho, sin duda ha sido un accidente, estoy segura de ello,...
¿ Un accidente...?
Como alguien era capaz de hacer tal cosa, tal monstruosidad, cobardía sin lugar a duda seria una de las palabras mas suaves para calificarlo, no podía entenderlo. Aquello lo contaban en los telediarios y vivirlo en primera persona era mucho mas dramático de lo que nadie puede imaginar.
¿Me traes ese cigarrillo...?
Claro...sera tan solo un segundo. ¿Estarás bien...?¿Me esperaras verdad...? No sabia por que preguntaba aquello, era como si algo me dijera que no seria así...
Aquí estaré. Asintió. Vete tranquilo no tengo donde ir...
Fue entonces cuando encamine mis pasos hacia la puerta sin dejar de pensar el la maldita asignatura que tenemos todos pendiente, el respeto. No podía dejar de preguntarme cuando empezaríamos a respetar al prójimo por encima de cualquier cosa. Mi intención además de buscar el cigarro, evidentemente era llamar a la policía, no pretendía ser un héroe y menos aun, dejarla sola en aquella situación, la chica estaba aterrorizada y era lo mínimo que podía hacer.
Al abrir la puerta y antes de entrar, los frenazos, el ruido del golpe de varios coches y el desconcierto de la normalidad se vieron truncados de repente. Gire la cabeza al mismo tiempo que empezaron a salir compañeros del trabajo, de gente que salia de los establecimientos vecinos. En un momento la calle se lleno de gente asustada, nerviosa. Habían atropellado a alguien o en su intento de no hacerlo se había producido la colisión de tres coches que se habían visto implicados, de ahí tanto jaleo. Quise buscar con la mirada a la chica en el banco, pero no estaba, tan solo hacia unos segundos que le había perdido de vista y ya no estaba.
Pensé que estaría en el remolino de gente que se había formado alrededor del accidente y efectivamente así lo puede confirmar, cuando pude hacerme paso entre la multitud de gente congregada ante el espectáculo que se había formado. La gente no dejaban de repetir, " Pobre chica... ", "Pobre chica..." El conductor daba golpes en el capo de su coche,fuera de si repetía y repetía siempre lo mismo. "...Se ha tirado...", "...Se ha tirado...". Cuando alcance a ver a la chica, el mundo se me vino abajo, era la misma chica del banco, su cuerpo en aquella extraña posición por la embestida del coche, yacía inerte en la carretera, su pelo alborotado y sus gafas de sol ya no podría disimular mas su dolor, sus heridas.
La policía llego y empezó a disolver a la gente. Vamos, vamos...apartesen por favor, dejennos trabajar...
Yo mantenía mi posición, absorto de todo y de todos, mientras el sonido de las sirenas de las ambulancias, ahogaban el ultimo suspiro de alguien a quien no había podido ayudar. Sentía la peor de las tristezas empando mis sentidos, viendo aquellos maravillosos ojos azules que no dejaban de mirarme, nada existía, solo aquellos ojos que al fin, pensé, eran libres, ni siquiera me daba cuenta del policía que volvía de nuevo a preguntarme, por segunda o tercera vez quizás si conocía a la chica.
Pedí disculpas dirigiéndome al policía, mientras martilleaban en mi cabeza ese respeto del que no había podio disfrutar aquella chica.
No le conocía, pero si esta ahí en el suelo, es por que alguien la ha empujado, alguien la obligo a morir.
¿Que...? Pregunto el policía. ¿Ha visto algo...?
No... Le conteste...
Pero esa chica ha sido maltratada antes de ser atropellada...
Era otra mañana mas,un día nublado como otro cualquiera, era la hora del matutino cigarrillo en la calle,tan solo son unos minutos, suficientes para desconectar del trabajo. Aquel banco junto a la puerta, sabia muy bien de los vuelos de mis pensamientos, complice mudo de dimes y diretes entre el vaivén del humo y el ruido de la calle. El banco solía estar vacío, es una calle de mucho transito de vehículos, pero no tanto de viandantes, quizás por eso me extraño que aquella chica ocupara el lugar declarado de mi esparcimiento.
No quise darle demasiada importancia, el banco no era de mi propiedad, pero si dejaría volar mi imaginación girando a mi alrededor de como o quien seria. No parecía feliz, o al menos daba esa impresión por sus gafas oscuras mal colocadas, el pelo alborotado, la ropa descolocada y ese nerviosismo de sus manos que no podía mantener quietas. Cuando llegue a su altura, la chica hizo ademán de encogerse, de protegerse, enrollándose sobre si misma, reflejo espontáneo de quien tiene miedo de algo o alguien. Pensé en mis suposiciones demasiado aventuradas y seria mejor pasar de largo, no quería molestarla. Seguí caminando un par de metros mas allá de donde estaba la chica, para cobijarme del sol en ese árbol que también lo hace cuando llueve,majestuoso y frondoso hace mis delicias en verano, otro compañero mas de mis escapadas por el vicio.
Encendí el cigarrillo sin poder evitar volver a fijar la mirada en la chica, parecía mas relajada, debió pensar que no suponía un peligro para ella cuando sus ojos se toparon con los mios. La miraba extrañado, no sabia que podía hacer,ni que pensar, seguro que ninguna de mis conjeturas se acercarían lo mas mínimo a la realidad. Me mantenía callado, no quería inmiscuirme donde no me llamaban, pero ver a una chica llorar puede mas que mi paciencia, sus lágrimas brotaban por debajo de las gafas, intentando secarlas, se restregaba una y otra vez con las manos la cara.
¿Te ocurre algo...? Valiente pregunta pensé, cuando alguien llora es por algo, quería pensar que era por alegría, pero algo me decía que no era la razón. ¿Necesitas algo...? Volví a preguntar.
Entre sollozos la chica me pidió un cigarrillo. Lo siento,no llevo. Le conteste. Salgo del trabajo con un único cigarrillo en la mano para no tentar al vicio mas de lo normal.
Esbozo una sonrisa que tan solo en milésimas de segundos se desdibujo. Te ofrecería este,seguí diciéndole, pero ya esta medio consumido. En dos minutos entro y te traigo uno si no te importa esperar. Asintió con la cabeza mientras la comunicación entre los dos volvió a cerrarse, de fondo la banda sonora del ruido de los coches que seguía con su orquestación habitual.
¿ Sabes por que lloro...?
Alcanzo a decirme entre sollozos que no cesaban. No, no lo se...aunque haya imaginado mil cosas en tan solo un minuto.
¿ Quieres saberlo...?
Si eso te ayuda, adelante. Trate de decirle con toda la amabilidad de la que fui capaz, mientras me acercaba a ella.
Supongo que contárselo a un extraño me ayudara...
Y mientras lo decía, subía las gafas de sol para dejar al descubierto sus ojos. Tenia unos ojos azules impresionantes, los mas claros que había visto nunca, ni el azul del cielo era tan bonito como el color de aquellos ojos cargados, eso si, de tanta tristeza y dolor como eran capaces de soportar. Digo dolor y tristeza por los moretones que recubrían el lado izquierdo de su cara, ahora entendía el por que de su pelo alborotado, de sus gafas de sol en aquel día nublado.
¿Quien te ha hecho eso...? Necesitas ir al ambulatorio, necesitas que te pongan algo...
No...Contesto firmemente, aun con el pánico incrustado en los ojos.
Lo hizo sin querer...Continuo diciendo. Gracias por tu interés, de verdad, pero ha ido por el coche para llevarme al medico, me quiere mucho, sin duda ha sido un accidente, estoy segura de ello,...
¿ Un accidente...?
Como alguien era capaz de hacer tal cosa, tal monstruosidad, cobardía sin lugar a duda seria una de las palabras mas suaves para calificarlo, no podía entenderlo. Aquello lo contaban en los telediarios y vivirlo en primera persona era mucho mas dramático de lo que nadie puede imaginar.
¿Me traes ese cigarrillo...?
Claro...sera tan solo un segundo. ¿Estarás bien...?¿Me esperaras verdad...? No sabia por que preguntaba aquello, era como si algo me dijera que no seria así...
Aquí estaré. Asintió. Vete tranquilo no tengo donde ir...
Fue entonces cuando encamine mis pasos hacia la puerta sin dejar de pensar el la maldita asignatura que tenemos todos pendiente, el respeto. No podía dejar de preguntarme cuando empezaríamos a respetar al prójimo por encima de cualquier cosa. Mi intención además de buscar el cigarro, evidentemente era llamar a la policía, no pretendía ser un héroe y menos aun, dejarla sola en aquella situación, la chica estaba aterrorizada y era lo mínimo que podía hacer.
Al abrir la puerta y antes de entrar, los frenazos, el ruido del golpe de varios coches y el desconcierto de la normalidad se vieron truncados de repente. Gire la cabeza al mismo tiempo que empezaron a salir compañeros del trabajo, de gente que salia de los establecimientos vecinos. En un momento la calle se lleno de gente asustada, nerviosa. Habían atropellado a alguien o en su intento de no hacerlo se había producido la colisión de tres coches que se habían visto implicados, de ahí tanto jaleo. Quise buscar con la mirada a la chica en el banco, pero no estaba, tan solo hacia unos segundos que le había perdido de vista y ya no estaba.
Pensé que estaría en el remolino de gente que se había formado alrededor del accidente y efectivamente así lo puede confirmar, cuando pude hacerme paso entre la multitud de gente congregada ante el espectáculo que se había formado. La gente no dejaban de repetir, " Pobre chica... ", "Pobre chica..." El conductor daba golpes en el capo de su coche,fuera de si repetía y repetía siempre lo mismo. "...Se ha tirado...", "...Se ha tirado...". Cuando alcance a ver a la chica, el mundo se me vino abajo, era la misma chica del banco, su cuerpo en aquella extraña posición por la embestida del coche, yacía inerte en la carretera, su pelo alborotado y sus gafas de sol ya no podría disimular mas su dolor, sus heridas.
La policía llego y empezó a disolver a la gente. Vamos, vamos...apartesen por favor, dejennos trabajar...
Yo mantenía mi posición, absorto de todo y de todos, mientras el sonido de las sirenas de las ambulancias, ahogaban el ultimo suspiro de alguien a quien no había podido ayudar. Sentía la peor de las tristezas empando mis sentidos, viendo aquellos maravillosos ojos azules que no dejaban de mirarme, nada existía, solo aquellos ojos que al fin, pensé, eran libres, ni siquiera me daba cuenta del policía que volvía de nuevo a preguntarme, por segunda o tercera vez quizás si conocía a la chica.
Pedí disculpas dirigiéndome al policía, mientras martilleaban en mi cabeza ese respeto del que no había podio disfrutar aquella chica.
No le conocía, pero si esta ahí en el suelo, es por que alguien la ha empujado, alguien la obligo a morir.
¿Que...? Pregunto el policía. ¿Ha visto algo...?
No... Le conteste...
Pero esa chica ha sido maltratada antes de ser atropellada...
MALTRATO CERO,
AYUDEMOS A QUIEN LO NECESITA,
AUNQUE SOLO SEA DE PALABRA,
EL RESPETO QUE MERECEMOS
EN CUALQUIER AMBITO,
LO MERECE...
NO CERREMOS LOS OJOS
ANTE EL MALTRATO